Organizado por el “Centro Científico Tecnológico de Valparaíso” (CCTVal), en conjunto con el “Centro de Innovación Tecnológica en Computación de Alto Rendimiento” (CTI-HPC), y con el apoyo de la Universidad de Boston, se realizó, en la USM, la Escuela de Verano PASI 2013 (Pan-American Advanced Studies Institutes Program), cuyo eje fue la ciencia aplicada a la predicción y comprensión de tsunamis, tormentas y fenómenos de mareas.
El programa incluyó charlas, tutorías y sesiones prácticas a cargo de destacados expertos internacionales y nacionales que abordaron la necesidad de aumentar la comprensión, cuantificación, prevención y mitigación de los efectos de aquellos fenómenos que provocan los grandes desastres naturales.
En ese sentido, Lorena A. Barba, profesora del Departamento de Ingeniería Mecánica de Boston University, y una de las organizadoras del evento, señaló que “quisimos reunir expertos de distintas áreas: matemática, computación y fenómenos oceánicos, y que todos aprendan lo necesario para poder hacer un modelo matemático, que permita predecir fenómenos de tsunami, terremoto o marejada y poder anticipar o tener una idea de cuando hay peligros que determinen una evacuación, que es una decisión de mucho costo”.
Aclaró que “como ciencia, aun no estamos en situación de hacerlo ya que los modelos matemáticos todavía no son lo suficientemente sofisticados, entonces hay que trabajar con información incompleta. Muchas veces hay que hacer muchos modelos, muchas simulaciones para tener un escenario de lo que puede ocurrir y tomar decisiones”.
En tanto, el evento también contó con la participación de Philip Liu, Director de la Escuela de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad de Cornell, quién aseveró que “debemos mejorar los sistemas de alerta, sobre todo en lugares como Chile, donde los terremotos ocurren cerca de la costa y la posibilidad de ocurrencia de tsunami no da mucho tiempo”.
El especialista destacó el ámbito educacional como un punto fundamental para que las alertas y el trabajo científico sean efectivos en una emergencia. “Un tsunami es un evento que no ocurre todos los días, sucede en algún lugar y luego la gente lo olvida y no hace nada por prepararse. También este tema debería influir en cómo se planifica el diseño de las ciudades y dónde se construye”, advirtió.
En el mismo sentido, Rodrigo Cienfuegos, profesor del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental de la Pontificia Universidad Católica, concordó en que “es imprescindible avanzar hacia la interacción entre la comunidad científica y la población. En este evento hubo una buena mezcla entre matemáticos, físicos y modeladores, pero la gran pregunta sigue siendo cómo traspasamos el conocimiento a la gente común”.
También recomendó estar más atento a los pronósticos, a lo que dicen las autoridades y a los efectos que puede producir una marejada, un fenómeno mucho más recurrente que un tsunami o un terremoto y que puede provocar diversos daños y ser peligroso para la población. “En Estados Unidos la gente se levanta viendo los pronósticos. Es algo que tienen muy internalizado, su forma de vida y sus acciones en el día a día están condicionadas por la información que reciben. Nosotros aun no estamos a ese nivel y tenemos que empezar a acostumbrarnos, y a manejar esa información para tomar decisiones”.
En tanto, Ridway Scott, Profesor del Departamento de Ciencias de la Computación y del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Chicago, entregó una perspectiva desde el aporte que pueden hacer las nuevas generaciones en el área. “Para hacer estas modelaciones es necesario unir matemática, ciencias de la computación e ingeniería o física, es decir, mirar directamente hacia el problema físico y tratar de traducirlo en ecuaciones que puedan ser resueltas. Espero que los estudiantes sean capaces de entrenarse en estos ámbitos, algo que permitirá desarrollar mejor estos campos en el futuro”, indicó.
Agregó que “no se trata de predecir un maremoto en particular, sino de visualizar una clase de fenómenos que podrían ocurrir en el futuro. Eso justamente impactará a las generaciones más jóvenes porque podrán entregar mejores recomendaciones a los gobiernos a la hora de decidir dónde y cómo construir para enfrentar desastres. Tendrán más y mejor experiencia. Además, cada predicción tiene una consecuencia”.