Aluvión afectó 2,5 kilómetros del plantel, que ya ha sacado 31 mil m3 de barro de patios y accesos.
Más cerca de la normalidad se encuentra la Universidad de Atacama (UDA), dentro del escenario que se vive en Copiapó tras el aluvión que azotó a la zona el 25 de marzo pasado, y que mantiene diversos sectores cubiertos de barro, polvo y problemas de alcantarillado. En el campus Paulino del Barrio, donde opera la casa central, se han despejado casi todos los patios, oficinas y algunas salas de clases que fueron afectadas.
Celso Arias, rector de la casa de estudios, dijo que el avance responde a que “empezamos de inmediato a gestionar y buscar soluciones para sacar el barro. Arrendamos maquinaria y recibimos ayuda de ex alumnos que trabajan en empresas del sector minero. Nuestra prioridad es no perder el semestre académico 2015”.
Arias agregó que “haciendo cálculos y planificación de las horas curriculares, estimamos que lo ideal sería volver a más tardar en la quincena de mayo. Entre ese mes y septiembre queremos hacer el primer semestre, y de septiembre a enero de 2016, el segundo. Sin receso de invierno ni de Fiestas Patrias. Para eso estamos trabajando a toda máquina en limpiar la Universidad”.
El plantel prevé tener sanitizados los espacios el 4 de mayo, para permitir el ingreso de la comunidad educativa. El problema, ahora, es la calle de acceso que acumula el barro despejado y la habilitación del alcantarillado. “Lo más probable es que el retiro de barro lo hagamos nosotros y vamos a ver cómo aceleramos el tema sanitario, porque sin eso y el permiso del Ministerio de Salud, no podemos retomar las clases”, dijo el rector.
Alumnos afectados
Pese a las semanas perdidas, Arias dijo que no hay solicitudes de traslado de estudiantes y tampoco se sabe de alumnos retirados. “Creo que nuestros estudiantes nos tienen confianza y saben que trataremos de salvar el año. Podría haber un tema con los alumnos afectados en sus casas, porque la familia puede destinar sus recursos a reconstruir su vivienda o salvar la emergencia y no para la educación”, dice.
Según el catastro de la casa de estudios, unos 2.500 estudiantes tuvieron problemas en sus casas o quedaron damnificados, de una matrícula total de 3.500 alumnos en horario diurno. Aún no hay información sobre 1.500 que estudian en horario vespertino. Esto, porque el 80% de los estudiantes que llegan a la UDA son de la región, y el resto de otras zonas del país y se hospedan en los hogares universitarios, que hoy están cerrados.
Verardo Rojas, presidente de la Federación de Estudiantes de la UDA, también está haciendo un catastro, donde cifran a “153 compañeros que tienen sus casas con pérdida total, anegadas o con barro al interior”.
Rojas agregó que “nos preocupa perder el semestre, pero queremos garantías de que los espacios estarán limpios y que nuestros compañeros damnificados tengan cargadas sus becas para pago de matrícula, alimentación, transporte y mensualidad, según sea el caso”. Esto, por el anuncio del Ministerio de Educación de entregar ayuda a los alumnos. Rojas dijo que otra preocupación son los estudiantes ‘afuerinos’ que necesitan alojamiento o alguna pensión, lo que depende de la normalización de la ciudad.
Daños
El director de extensión y comunicaciones de la UDA, Rafael Figueroa, cuenta que los daños son “cuantiosos y estamos haciendo un balance de lo que se ha perdido y lo que se puede rescatar y limpiar. De los tres campus en Copiapó, Rómulo J. Peña, Paulino del Barrio y Cordillera, sólo este último no sufrió el ingreso del barro, pero funciona como centro de acopio y atención de salud. El hogar femenino fue inundado, al igual que el Museo Mineralógico, ubicado en pleno centro de la ciudad. Según los cálculos internos, son unos 2,5 kilómetros de terreno afectado.
“Hemos sacado 31 mil m3 de lodo del exterior y unos 8 mil m3 del interior de salas y oficinas, con pérdidas de mobiliario en las salas de clases, material bibliográfico, equipamiento deportivo, butacas y mobiliario de oficina”, dijo el rector Celso Arias.
Entre algunas de las áreas afectadas está la piscina, que ni siquiera fue inaugurada y ahora está tapada por el lodo. También la primera locomotora de Chile, emplazada en el patio principal y que también sufrió el embate del barro.
La oficina de comunicaciones terminó con los computadores enterrados y la sala que está en el gimnasio, que se usa para clases de educación física, todavía está bajo el agua.
La cancha de pasto sintético, en tanto, “costó unos $ 380 millones y ahora no queda nada”, se lamentó Figueroa.
Fuente: La Tercera
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