La reciente inauguración de la red óptica para investigación y educación entre La Serena y Santiago es una iniciativa que busca promover el desarrollo del tejido científico de nuestro país, con proyecciones a todas las áreas del conocimiento, y la consolidación de Chile como laboratorio natural.
Así lo entendieron diversos expertos, quienes nos brindaron sus impresiones acerca de la relevancia de este hito a través de Columnas de Opinión, que a continuación los invitamos a revisar.
La Serena pionera en red óptica de alta velocidad: impulsando ciencia de alto nivel
Por: Dra. Amelia Ramírez Rivera, directora de Investigación y Desarrollo de la Universidad de La Serena
La conectividad es un recurso vital en cualquier actividad del mundo actual, sin embargo la ciencia requiere que ésta tenga otras propiedades básicas para hacerla útil a la investigación. Estos requerimientos se refieren a la rapidez de transmisión, la capacidad de almacenar y al acceso igualmente veloz de todo lo almacenado, siendo todo esto a escala de los terabytes y más. De manera que el tener Red Óptica de Alta Velocidad es un paso natural para generar ciencia de alto nivel.
Si poder escuchar todas las emisoras de radio del mundo era fantástico para nuestros abuelos o bisabuelos, ahora podemos no solo escucharlas, sino que es posible grabar, traducir, ordenar, clasificar, transformar, seleccionar, interpretarlas. En fin, la tecnología de un buen Data Center, como el que se tiene en nuestra casa de estudio, permite hacer miles de procesamientos a ese tipo de señales, y ahora podrá reenviar lo procesado a cualquier lugar, inclusive al espacio, todo eso en el orden de los segundos o minutos.
Si bien esta red que se inaugura está relacionada a la transmisión de datos astronómicos, su alcance se extenderá rápidamente a múltiples aplicaciones, lo cual le da un valor agregado a todo aquello que registremos en nuestros bancos de datos, pues habrá garantías de inmediata accesibilidad y el registro confiable de ello.
Actualmente las áreas de estudios humanistas, artísticas, de salud y educativas, además de las netamente científicas o de ingeniería, están ampliando su capacidad de investigación a través de las grandes bases de datos. Se trata de datos tan variados como imágenes de videos que registran las primeras palabras de un niño o detectores de temperatura corporal que discriminan si el anciano que está ante las cámaras, está de pie o se ha caído, todas aplicaciones que la Ciencia de Datos maneja y cada día perfecciona más.
El evento que nos convoca el 19 de Abril, no solo abre un tramo de conectividad digital, sino que gracias a ello estamos entrando a una dinámica de trabajo muy apasionante, abriendo las puertas a un registro ilimitado, a un acceso inteligente y al desarrollo de ciencia del futuro. Tal vez no son éstas las generaciones de profesionales que visualizan el real poder de las velocidades que estamos empezando a manejar, pero seremos culpados de poco visionarios si no impulsamos el avance en este sentido.
Por otro lado, es deber de la Universidad es estar formando no solo las capacidades profesionales, sino el generar las capacidades integrales del habitante del futuro, que usa como lápiz un dispositivo de alta tecnología, como papel una plataforma de acceso mundial y como biblioteca un repositorio que no tiene límite ni de espacio, ni de tiempo. Las empresas del futuro, deben estar al día con estos nuevos profesionales, que nacen siendo usuarios tecnológicos, innovadores por naturaleza y que son en potencia las bases para emprender los desafíos y aprovechar las oportunidades de este nuevo ecosistema que llegó para quedarse.
Como universidad regional y estatal, nuestro rol en la innovación es ser quienes apoyen los planes de desarrollo regional en la visión de futuro, y hemos visualizado en el Big Data Astronómico la expertise necesaria para crear y fortalecer las carreteras tecnológicas que han de usar las demás áreas del conocimiento.
Lea también las Columnas de Opinión del Dr. Chris Smith, Director y Jefe de la Misión del Observatorio AURA en Chile, y de la Dra. Mónica Rubio, astrónoma y profesora titular de la Universidad de Chile.