Reconocida en Chile y el extranjero por su incansable trabajo para desentrañar los orígenes de las estrellas, el último hallazgo de la astrónoma chilena Mónica Rubio, profesora titular del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile (DAS), generó mucho revuelo porque observaron cómo la Galaxia WLM, ubicada a 3.000.000 de años luz de La Tierra, es capaz de formar nuevas estrellas. Descubrimiento realizado hace un tiempo ya, pero que recién fue público cuando la prestigiosa Revista Nature lo dio a conocer a principios de septiembre.
El equipo internacional de investigadores encabezado por la científica nacional, encontró en dicha galaxia zonas oscuras, densas y frías que funcionan como incubadoras de estrellas, en las que detectaron monóxido de carbono (CO), ingrediente básico que permite el nacimiento de los astros. Trabajo realizado con 16 de las 66 antenas que tiene el proyecto ALMA. Al respecto, la astrónoma, que también fue directora del Programa de Astronomía de Corporación Nacional de Ciencias y Tecnología (Conicyt) (2007-2014), explica que comprender el proceso de formación de estrellas en esta pequeña galaxia tiene una importancia fundamental. “Permite entender cómo se forman grupos de estrellas en las pequeñas galaxias irregulares como las que existieron en los inicios del Universo”, agrega.
Instalada en las oficinas de ALMA en Santiago, donde está pasando el año sabático que se tomó, Mónica Rubio cuenta a Innovacion.cl que su próximo paso –cuando estén operativas las 66 antenas de ALMA- será determinar las propiedades de estas incubadoras, buscar si existen más en esa galaxia y detectar señales de moléculas de monóxido de carbono en alguna otra galaxia.
– A partir de este tipo de hallazgos, encabezado por una astrónoma chilena como usted, ¿en qué pie está la astronomía chilena actualmente?
Hoy está floreciente. Ha habido un desarrollo, que yo le denomino el “Big Bang” de la astronomía, desde el año 2000. En los últimos 15 años la astronomía chilena ha crecido de manera exponencial. El año 2000 había tres instituciones que hacían astronomía, con un total de 30 astrónomos. Hoy, son 12 las instituciones que albergan grupos de astronomía y también hay más de 200 doctores en astronomía trabajando en Chile. Se trata del capital humano que contribuye con aportes de prestigio mundial. Creo que estamos en un excelente momento.
– ¿Por qué cree que se produjo este crecimiento del trabajo astronómico en Chile?
Por una mezcla de razones. Una de ellas, se relaciona con el hecho que Chile pasó de ser un país que solo usaba los instrumentos que llegaban al país a uno que desarrolló un trabajo de formación de una comunidad pequeña que se especializó en programas de doctorado en el extranjero. Durante los años 90′, cuando grandes consorcios internacionales deciden instalar en Chile la segunda generación de grandes telescopios, había ya una comunidad chilena, aunque pequeña, que se dio cuenta del potencial que había, y convenció a las distintas autoridades que había que negociar mejor. No bastaba con entregar los terrenos y que estos grandes consorcios se instalaran y usaran nuestros cielos. Desde 1996, se instaló junto con la negociación para la instalación de telescopios, la existencia de fondos de desarrollo que deben aportar los observatorios internacionales para desarrollar la astronomía chilena. Aunque se trata de fondos modestos, sí permitieron un crecimiento de la astronomía local.
– ¿Qué impacto puede tener para nuestro país esta “avalancha” de proyectos astronómicos internacionales en Chile?
Tendrá un impacto enorme y me gustaría mucho que el país aprovechara esta situación. El astrónomo es la última cadena del eslabón para operar y construir estos observatorios. Pero se necesita de una gran cantidad de ingenieros, técnicos, expertos en software, y matemáticos en todo el resto de la operación, incluso después, una vez que se recolecte la gran cantidad de datos. Por ejemplo, el Large Sinoptic Survey Telescope, que se está construyendo cerca de La Serena, es un telescopio que va a generar 30 terabytes de datos por noche. Eso es un verdadero tsunami de información, que requerirá ser bajada desde el cerro a un computador y después, enviarlos al extranjero, en línea. Se trata de una gran cámara fotográfica que va a estar sacando fotos del cielo en el hemisferio sur cada tres días, las que será necesario comparar con la anterior y ver si hay objetos que cambian de brillo o se mueven. Para ello, hay que desarrollar los algoritmos que permitan trabajar esos datos y comparar imágenes, en tiempos muy cortos, casi en tiempo real diría yo. Se va a necesitar de un gran grupo de personas y mucho desarrollo de software y de Data Mining para trabajar con toda esa información.
– ¿Cómo se puede beneficiar el país, además del trabajo propio de los astrónomos?
Gracias al desarrollo de estos proyectos y sus derivadas, podemos estar en la frontera del conocimiento y desarrollo de algoritmos matemáticos y de extracción de información en grandes bases de datos, que pueden tener un uso y aplicación que van más allá de la astronomía, lo que va a generar un valor enorme para el desarrollo del país. Creo que la astronomía puede ser la punta de lanza del desarrollo del país, tesis que vengo predicando hace mucho tiempo. Nuestra disciplina puede, perfectamente, posicionarse como la locomotora que vaya llevando el desarrollo del país. Y no debido a que yo sea astrónoma, sino que debido a las ventajas comparativas que tiene el país en la materia.
LOS MEJORES CIELOS DEL MUNDO
– ¿Tenemos los mejores cielos del mundo para instalar observatorios?
Definitivamente. Chile es el mejor lugar del mundo para hacer astronomía, sin lugar a discusión. Por la cantidad de noches sin nubes y la calidad de la atmósfera, que es tranquila. Desde el punto de vista técnico, es el único lugar óptimo que hay en el hemisferio sur. La zona de Antofagasta, del Desierto de Atacama y de San Pedro son sitios privilegiados, por eso, en cinco años más vamos a tener en nuestro país el 70% de la infraestructura astronómica de todo el mundo. Cálculo que hice considerando la cantidad de proyectos que se instalarán en nuestro país. Habrá telescopios de 39 metros de diámetro, otro de 25 metros y uno de 8 metros, que es único en su tipo en el mundo. El único gran proyecto fuera de Chile es uno que se instalará en Hawai. El resto, estarán todos acá.
– ¿Ha existido siempre la noción que el trabajo astronómico puede apalancar también el desarrollo de otras áreas en el país?
En general, los científicos tienden a ver su trabajo circunscrito solo a su ámbito de acción, sin relacionarlo con otras áreas. Sin embargo, creo necesario sensibilizar sobre las posibilidades que tiene la ciencia de impactar más allá de su propio trabajo. Yo soy feliz haciendo lo que hago y encuentro fascinante ver que sobre una idea que yo pueda tener, alguien después sea capaz de diseñar el equipo para llevar a cabo mi investigación, desarrollando en ese proceso otro tipo de conocimiento, proceso hace que las sociedades se vayan desarrollando. Por ejemplo, podríamos tomar la decisión de llevar a cabo un gran trabajo que haga que Chile tenga un gran banco de datos, que almacene todos los datos astronómicos del mundo. Por qué no. Detrás de ello, alguien tendría que proveer el data center, operarlo, llevar la fibra óptica y generar las redes de ancho de banda para que fluyan los datos. Trabajo que pueden hacer diversas empresas chilenas, en conjunto con universidades. Sobre todo considerando que vivimos en esta sociedad del conocimiento, que tendrá como base la utilización de este tipo de herramientas. Se trata de una mirada multisistémica, en la que se pueden aportar desde diversos ámbitos , como, por ejemplo, el turismo que puede jugar un importante rol de potenciar los circuitos astronómicos locales. Mediante diversas iniciativas, como Astroturismo, apoyada por Corfo, que se trata de un plan de desarrollo astronómico bien interesante, que se puede complementar con nuestro trabajo.
– Considerando que tenemos la materia prima de los cielos limpios para generar un verdadero cluster, ¿hay una buena educación en materia astronómica en la población?
El diagnóstico de la calidad de la educación nadie lo discute. Está claro que nuestros niños apenas saben las cuatro operaciones básicas y que tampoco saben leer ni interpretar lo que leen. Sin embargo, creo que la astronomía puede ser un vehículo que sea capaz de mantener la curiosidad innata que tienen los niños y que el sistema educativo les echa por tierra. La astronomía es muy encantadora. Si uno tuviera la posibilidad de formar a los profesores con mayores conocimientos en astronomía y que a través de esta, ellos enseñaran materias como matemáticas, química, física o biología, sería muy bueno. Es lo que hicieron en Sudáfrica, donde tomaron a la astronomía como eje para su desarrollo. Allá desplegaron una campaña en la que el ministerio de Educación definió a la astronomía como un área estratégica, a partir del conocimiento generado por proyectos como el Square Kilometre Array, en el que están involucrados 10 países y que tiene un costo de USD 2.000 millones, iniciativa que considera una estrecha relación con la industria. De hecho, no existen todavía los computadores que van a albergar los datos que va a generar ese proyecto, cuyo objetivo es astronómico, pero también rodeado de una serie de disciplinas y saberes que nada tienen que ver con la astronomía y que tienen un real impacto para el país. Y yo quiero que Chile capitalice la posibilidad que se le está dando.
– Hace poco, un astrónomo, Mario Hamuy, obtuvo el Premio Nacional de Ciencias Exactas. ¿Qué significa eso para la astronomía chilena?
Un orgullo muy grande. Y demuestra el nivel que está teniendo la astronomía local. Habla de una dimensión que se está dando, relacionada con el hecho de estar trabajando con equipos internacionales y multidisciplinarios. El participó dentro de un proyecto que después le permitió a otro grupo de astrónomos extranjeros, Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam G. Riess, hacer un trabajo sobre la aceleración del universo, que les valió el Premio Nobel de Física de 2011. Hoy estamos viendo casos en los que equipos de investigación son encabezados por chilenos, lo que indica que estamos insertos en las grandes ligas. Y para eso, es vital tener acceso a los mejores instrumentos. Afortunadamente, para los nuevos astrónomos que se forman en Chile es natural contar con estos equipos de primera generación.
– Considerando que siempre está latente la búsqueda de otro tipo de vida en el Universo, ¿qué tipo de pruebas son las que se buscan para un hallazgo como ese?
La probabilidad de encontrar vida inteligente, se relaciona con el hecho que dos civilizaciones se puedan conectar en el tiempo y en el espacio. Y esa probabilidad es muy baja dada la inmensidad del Universo. Con la física que nosotros conocemos, prácticamente no es posible pensar en encontrar otro tipo de civilizaciones que puedan comunicarse con nosotros o intercambiar viajes. Teniendo eso como base, lo que se busca son condiciones similares a La Tierra, que tiene agua en forma líquida, a diferencia de Venus, donde el agua se evapora por su cercanía al Sol o Marte, donde el agua se congela. Dependiendo de la temperatura de la estrella, hay una zona donde el agua puede estar forma líquida, que denominamos la “Zona Habitable”, que permite la existencia de vida como la conocemos nosotros. Ahí está nuestro próximo desafío: encontrar planetas que se encuentren en estas “Zonas Habitables”, respecto de su estrella. Y después, cuando encontremos esos planetas, veremos si encontramos algún tipo de actividad química que nos de la idea de la existencia de intercambio de gases, cuyo producto es lo que entendemos como vida. Y de los planetas, que se forman alrededor de las estrellas.
Fuente: http://www.innovacion.cl/